Aun no hace diez días que me llevaba las manos a la cabeza viendo la cantidad de entradas en mi facebook de galgos abandonados en el sur, este año estaba siendo horrible. Terminada la temporada de caza entraban en las perreras por docenas. Protectoras saturadas, sin medios económicos, ni casas de acogidas. Particulares haciendo llamamientos urgentes:
De alguna forma, me sentía aliviada pensando en que podríamos ayudarles ya que aquí en Zaragoza la situación no era tan dramática. Entre unos y otros nuestros Galgos maños habían sido salvados.
Nada más lejos de la realidad, cual fue mi asombro cuando el viernes día 8 de Marzo, Pilar y Patri me mandan un S.O.S,. Tenemos aviso de un galguero, cazador y criador que quiere desacerse de diez galgos hermanos, según cuenta de la misma camada. Me pongo en contacto con el, no los quiere, los desecha porque no le sirven para nada, además y cito textual " Tengo muchos, pensaba matarlos pero como se han hecho grandes si los queréis os los entrego, son diez hermanos, pero si no os podéis llevar todos, pues seis o siete y a los demás le pego un tiro, que total será por galgos"
Sin pensarlo, nos ponemos en marcha para organizar la recogida que hacemos el sábado en la mañana.
- Son las doce de la mañana, llegamos al punto de encuentro solitario en la carretera y aparcamos la furgoneta junto a un todo terreno que porta un remolque.
- Nos disponemos ha hacer el transbordo, los animales no se mueven, los han sedado, preguntamos, nos dice que ha de ser así, pues son salvajes y que si no les inyectaba no podía cogerlos.
- Abre un poco la puerta del remolque para coger al primero y un olor pestilente me hace dar una arcada, estoy a punto de vomitar, era sin duda lo peor que había olido en mi vida, algo que no se puede describir. Al primero lo sacan aturdido, espatarrado, lleno de excrementos. Pensé que eso no era fruto del viaje, ni siguiera de un día
- Siguen sacando, desorientados y con las poquitas fuerzas que les quedan ellos mismos se van amontonando dentro de la furgoneta, buscado refugio unos entre otros. Estaban tan sucios y famélicos que pensé que iban a morir por el camino
- Comprendi que aquellos pequeñines de año y medio, no venían de una finca si no de una granja, que habían compartido comida con los cerdos, durmiendo en sus excrementos dentro de jaulas que apenas les habían permitido moverse, sus almohadillas eran rosadas y las uñas tan largas les impedían caminar con normalidad.
- Estábamos tan horrorizadas que solo queríamos marcharnos lo más rápido posible, sin volver la vista atrás. Cuando nos alejábamos tuve la sensación de ir huyendo de un bosque en llamas, como si los hubiéramos rescatado in extremis de morir quemados.
Ojala todos pudiéramos poner en nuestra vida un Charli, una Sara, una Sofía o una Bela porque nos ayudaría a ser mejores personas, a valorar lo importante y a saber que con solo una caricia o un abrazo de quien nos quiere bastaría para ser felices. Ellos necesitan tan poquito de nosotros que no dárselo es mezquino.
Mis agradecimiento a Patricia, Pili y a todas las personas involucradas en esta maravillosa aunque cruda causa por hacer posible que ellos también puedan hacer realidad sus sueños
